Tendrá lugar el 29 de septiembre de 2023 en el grado 6 de Aries
Hemos cruzado, hace apenas unos días, la cósmica frontera del equinoccio otoñal para el Norte y primaveral para el Sur, frontera donde se van desvaneciendo, respectivamente, el calor y el frío, dejando paso a la nueva estación.
Aquí los vientos ya empiezan a cantar tímidamente, como quien busca limpiar tanto despropósito, en estos tiempos de cambios radicales para la humanidad, animándonos a desprendernos de las hojas marchitas, de todo aquello que ya ha agotado su función en nuestra vida, de todo aquello que ya no resuena con nuestro latir, de aquello que no está en coherencia con nuestro actual estado de consciencia.
No obstante, la inercia de la zona de confort parece querer mantenernos aferrados al pasado, a lo que ya no es, a lo que ya no somos.
Y es aquí donde viene el papel protagonista de la Luna Llena en Aries, a darnos ese impulso interior hacia una nueva vida, a invitarnos con su energía pujante y aguerrida a renacer y enfrentar nuevos desafíos.
El nacimiento implica lucha, la lucha por abandonar la calidez del útero materno, que ya se ha vuelto demasiado pequeño para nosotros, y salir a un mundo desconocido que nos espera con ansias, alentándonos a emerger, a brotar, a encarnar de una manera única y original esa chispa divina que, emanando de la fuente, ha venido a experimentar una de entre millones y millones de formas en que el Ser tiene de expresarse.
Aries representa pues la particularidad dentro de la multiplicidad de formas emanadas de la fuente esencial.
El Ser infinito, eterno y trascendente, buscando ser en la experiencia 3D que venimos a transitar en este plano de existencia.
Ello implica un proceso de diferenciación, que deviene a través de la programación evolutiva de ese fractal que es el universo.
Cada uno de nosotros es una infinitesimal parte de ese mágico fractal universal a través del cual la totalidad del Ser se manifiesta de múltiples formas, cada una con su propio propósito. ¿No es hermoso?
¿Cómo en algo tan pequeñito y aparentemente insignificante puede haber un propósito único?
Y allí radica la grandeza de esa pequeña chispa divina que es una reverberación cuántica de esa totalidad infinita, eterna e inabarcable que algunos llaman Dios/a, y otros reconocen como inteligencia divina, energía, etc.
Aries es ese Yo que se cree separado de la fuente, que ha olvidado su origen divino al venir a este mundo a jugar a perderse para encontrarse.
La energía de Aries nos arroja de la plena consciencia de la totalidad, de esa matriz cósmica, indiferenciada y trascendente, representada por el signo de Piscis, a la inconsciencia de quien se aventura a descubrirse como un ser aparentemente separado, único, diferenciado.
Está representado, en este sentido, por ese Loco del Tarot (arcano vinculado principalmente al planeta Urano y al signo de Acuario pero que también guarda cierta relación con Aries, Piscis y Sagitario) que inicia su andadura en esta existencia condicionada.
Es como el bebé que recién llega a este mundo, descubriendo con desparpajo todo lo que le rodea, sorprendido incluso de sí mismo, mientras va tomando consciencia de su apariencia única, que lo diferencia del resto, y forjando una personalidad propia.
Ahora pensad cuántas chispas errantes estamos danzando en este mundo, embarcados en este maravilloso viaje del Ser, que cada uno baila a su propio son.
Cuántos “locos” interpretando cada uno su papel, buscando descubrir al actor que hay detrás de la máscara pero identificados con su personaje, a tal punto que esta se adhiere a su piel, impidiéndoles ver su verdadero rostro, el rostro vacío y eterno de la divinidad.
Aries representa ese proceso de diferenciación de la fuente, a través del cual vamos generando una identidad propia que deviene del juego que la consciencia ha tramado, ese juego mágico y misterioso de descubrirse a sí misma, explorando sus infinitas posibilidades.
Detrás de ese yo, de esa individualidad finita, con rostro, nombre y personalidad, que se encuentra inmersa en el proceso de la experiencia evolutiva, se esconde lo innombrable, lo infinito, lo eterno, la esencia o energía primordial, la Vida, así , con mayúsculas, que infunde vida y da origen al fractal universal, es decir, a su propia creación.
Aries es entonces la chispa de la Vida, la Vida buscando vivir, experimentar.
Cuando la Luna llena tiene lugar en este signo, sentimos la necesidad de reconocer esa chispa vital, de dar curso a esa Vida que busca encarnar de forma única y original.
Nuestra alma, representada por la Luna, se convierte entonces en una matriz donde se gesta una nueva forma de expresar el Ser.
Es el tiempo en el que algo en nuestro interior nos impulsa a nacer, a salir fuera de la zona de confort, a aventurarnos.
Surge entonces la necesidad de ser, de diferenciarnos, de definirnos, de autoafirmarnos, de tener autonomía, así como también de emprender, de asumir nuevos desafíos.
Todo ello será experimentado a través del ámbito vital relacionado con la casa de nuestra carta natal en la que tenga lugar este plenilunio.
Es importante señalar que venimos transitando este ciclo bajo la impronta del novilunio virguiano que nos propuso un profundo y detallado autoanálisis de nuestro inconsciente personal reconociendo todas esas emociones e instintos que habíamos estado reprimiendo hasta ahora, aceptándolos con humildad e integrándolos de forma sana, funcional y pragmática, cribando aquello que, en función de nuestras necesidades actuales, nos es útil o no, y aprendiendo a gestionar nuestro mundo interno con discernimiento y sentido práctico.
Así mismo, nos ha dado la oportunidad de explorar nuestro inconsciente familiar, de reconocer esos condicionamientos ancestrales que han podido encapsularnos en dinámicas obsesivas, prejuiciosas y/o autoexigentes, así como de descubrir los tesoros ocultos de nuestro linaje, esos dones de tipo virguiano que estos han podido heredarnos, como la actitud de servicio, la productividad, la capacidad de nutrir y proteger, las habilidades organizativas y resolutivas, los conocimientos curativos, etc.
Todo este trabajo introspectivo ha tenido el propósito de sanar y transformar lo que es preciso, a la par que rescatar e integrar los regalos y aprendizajes que nos han sido legados.
Ahora, ese proceso de trabajo interno, ese llamado a la honestidad, al orden, la higiene emocional y el perfeccionamiento interior que inició con el novilunio virguiano y que se ha ido desarrollando a lo largo de la fase creciente, encontrará su clímax en este plenilunio a través de esa radiante integridad y autenticidad interior de la Luna llena Aries, en la que todos esos fragmentos interiores que conforman nuestro mundo emocional e instintivo habrán ido engranando como un puzzle hasta alcanzar un sentido de unicidad integradora, como un nuevo y revitalizante efluvio de energía que busca ser reconocida y experimentada.
Durante esta Luna llena y, en mayor o menor medida, a lo largo del ciclo lunar, las emociones irrumpirán con un impulso irrefrenable, la forma en que percibimos y sentimos habrá ido tomando un nuevo cariz, más impulsivo, apasionado, vital y enérgico.
Experimentaremos nuestro mundo interno con una sensación de urgencia pues lo que está dentro de nosotros buscando ser ya no puede esperar más, reclamando su derecho de emerger a la superficie, para ser reconocido y aceptado.
Estaremos más identificados de lo habitual con nuestros instintos y emociones, envueltos en el halo del ego a través del mundo inconsciente que viene a ser revelado e iluminado durante el plenilunio para hacer consciencia de este, para reconocer el personaje que hemos ido forjando dentro de nosotros, para transitar esta existencia, a través de su experiencia emocional e instintiva, de su intuición, de su imaginación, de sus sueños, así como también de sus necesidades más urgentes.
La atmósfera emocional será intensa y pujante, podremos sentir una gran cantidad de energía que desea brotar desde nuestro interior hacia afuera, invitándonos a la actividad.
De no dar cauce a ese impulso vital, a esa necesidad de salir al mundo y experimentar la aventura de la existencia, tenderemos a sentirnos tensionados y constreñidos.
Sea como sea, la ansiedad y el stress pueden llegar a emerger o, cuando menos, un sentimiento de inquietud, la sensación de que algo nuevo o excitante está por ocurrir y que hemos de estar prestos a la acción rápida y certera.
La conjunción de la Luna Llena en Aries con Neptuno, que aún transita en movimiento retrógrado los últimos grados del signo de Piscis, puede además aportar un aire de nostalgia por aquello que fuimos y ya no somos como también de ilusión por aquella nueva forma de ser qué se está gestando en nosotros.
Puede que algunos experimenten una especie de bajón anímico, incluso depresión, si no encuentran la forma de dar cauce a aquello que está naciendo en lo más profundo de su ser, y en esa depresión o angustia existencial puede haber enmascarado un sentimiento de rabia respecto a esa zona de confort que nos retiene, contraviniendo el deseo de ir más allá de nosotros mismos y explorar nuevas posibilidades de este personaje que encarnamos, generando así un conflicto interno, entre ese nuevo yo que busca nacer y aquel que se niega a morir.
Sentiremos entonces una profunda insatisfacción e inconformidad que será la que, finalmente, nos de fuerzas para salir adelante, en pos de esos nuevos inicios, de esos nuevos caminos que nuestra alma nos está llamando a recorrer.
Y puede que al principio nos cueste encontrar la salida de la madriguera, la luz del canal de parto, pero hay algo en nuestro interior pulsando por nacer y, a pesar del caos y la nebulosidad que lo envuelve, acabará por abrirse paso hacia esa vida que desea experimentar.
En este sentido, es importante canalizar todo ese torrente de energía que busca expresarse, a través del ejercicio, de la actividad, del trabajo, así como de emprendimientos y nuevos desafíos que nos inspiren e ilusionen.
El impulso sexual también puede tomar protagonismo en torno a este plenilunio, pues es una forma de expresión de ese fuerza de la vida que busca un canal de manifestación, por tanto, es importante también reconocer esa necesidad y satisfacerla, dándole su espacio en nuestra vida a través de una sexualidad sana en la que la que la sensibilidad, el afecto y la involucración emocional conduzcan al deseo y lo arropen.
La otra opción es canalizar esa energía sexual a través de la creatividad, del deporte o de cualquier actividad que nos permita transmutar esa energía, como puede ser el Yoga, el Taichí, el Chikung o cualquier otra disciplina energética.
Neptuno en Piscis, en conjunción a la Luna Llena ariana puede invitarnos a la experiencia tántrica, independientemente de que esta implique un contacto sexual, o simplemente una conexión de fusión plena con otro ser a través de un abrazo, o una comunión mística con aquello que nos rodea o con la existencia misma que nos conduzca a un estado sublime de presencia y autotrascendencia.
En todo caso, este planeta nos llevará a experimentar esa intensidad instintiva y emocional de la Luna llena ariana desde un marco de entrega, profundidad y alta sensibilidad, envolviendo ese sentimiento de identificación con nuestro mundo interno en un sentimiento de totalidad que puede llegar a diluir ese ego instintivo y emocional y esa ilusión de separación, ofreciéndonos una experiencia profundamente espiritual y trascendente en la que podremos reconocer que esa alma única y auténtica emanada de la fuente, nunca ha dejado de formar parte de esta, y que cada alma, desde la particular expresión de esa chispa divina que la anima, forma parte, junto a la nuestra, de esa totalidad, en la que todas las almas se funden en perfecta y sublime comunión.
Será pues un llamado a reconocer nuestro origen común, espiritual, amoroso, eterno.
Será también un llamado a arropar de amor incondicional esa rabia de nuestro niño interior, a darle un sentido místico a nuestro guerrero interno, reconociendo en este a ese guerrero espiritual que es capaz de resolver sus conflictos interiores con compasión y sabiduría profunda y que ha venido a esta existencia para conquistarse a sí mismo al reconocer su verdadera naturaleza, sublime, infinita y trascendente.
Es, así mismo, una invitación a impregnar de gracia e inspiración esa necesidad interior de emprender, a ponerle un toque de magia, misterio, arte y espiritualidad a ese impulso interno que nos lleva a la acción, dotándola de magnetismo y encanto.
Igualmente, esta conjunción nos propone conjugar el sentir y expresar nuestras emociones con la valentía, la determinación y la asertividad ariana al mismo tiempo que con la sensibilidad, profundidad y empatía pisciana, lo cual puede representar un desafío, especialmente para aquellas personas más racionales que no están acostumbradas a vivir con tanta intensidad sus emociones ni a sumergirse tan profundo en su mundo interno.
Marte, que además de ser dispositor de esta Luna Llena por su regencia sobre el signo de Aries, también estará dispositando a Quirón que actualmente se encuentra en ese signo en conjunción al Nodo Norte, está transitando por el signo de Libra y en conjunción al Nodo Sur que también se encuentra por allí, pidiéndonos soltar y resolver antiguos conflictos que aún se niegan a cerrar capitulo en nuestra vida, con diplomacia, buscando la armonía, la paz y la conciliación, contribuyendo así a sanar esas heridas de violencia que puedan haberse infligido en el proceso.
No obstante, es posible que antes de encontrar esa conciliación asistamos al recrudecimiento de esos conflictos del pasado, lo cual abrirá nuevas heridas en resonancia con estos pero también brindará nuevas oportunidades de sanación en la medida en que decidamos, de mutuo acuerdo, deponer las armas y dar un descanso a ese guerrero interior que cada uno lleva dentro, ocupando su energía en asuntos más bien creativos, como bien nos sugiere Venus, como dispositor de Marte en Libra, en el brillante, talentoso y apasionado signo de Leo.
La herida de la identidad, del sentimiento del yo, de la autenticidad, ante el desafío de poder ser nosotros mismos en un mundo que nos crítica nos cuestiona o que no comprende nuestra particular forma de expresión, también puede arder y hacerse notar, invitándonos a hacer las pases con nosotros mismos a través de la aceptación y la autoafirmación, y con los demás desde el reconocimiento mutuo, la empatía y la comprensión, dejando atrás la competitividad insana, las luchas egóicas y el afán de protagonismo, integrando el hecho de que todos podemos tener nuestro lugar en el mundo, en la medida en que aprendemos a ser aquello que vinimos a encarnar de forma pacífica, armoniosa y justa, sin pisarnos los talones, soltando la necesidad de medirnos y compararnos constantemente con el otro, siendo capaces de brillar con luz propia .
Por su parte, la actual conjunción entre el Sol y el asteroide Palas en Libra, que es el otro polo del eje de este plenilunio, promueve la búsqueda del equilibrio y la justicia, así como el valor de la igualdad en la sociedad.
Así mismo, representará el brillo y el reconocimiento de la belleza que entrañan la inteligencia y la cultura.
De igual manera, propiciarán debates en los que la inteligencia y la estrategia irán de la mano con el talento y la creatividad, así como conexiones interesantes que aportarán valor y utilidad a nuestra vida.
Esta conjunción nos invita a crear, con practicidad, inteligencia y estrategia, algo hermoso, puede ser a través de la artesanía o de cualquier otra forma de expresión para la cual tengamos talento.
Y es que, cada uno tiene su arte y esta conjunción nos invita a descubrirlo, trabajando en busca de la armonía según nuestros dones particulares, imprimiendo belleza a todo lo que hacemos.
La belleza puede manifestarse de muchas formas pero lo más importante es que haya verdad en ella, que exprese la esencia que subyace detrás de las formas o los actos.
Pero si hay algo que nos está pidiendo esta conjunción, además de expresar la belleza verdadera, es que esta además sea práctica y funcional, que cumpla una utilidad.
Este es pues un momento especialmente prolífico para artesanos y diseñadores, en el que pueden traer a la luz cosas maravillosas si se lo proponen.
La Luna Llena en Aries en conjunción a Neptuno, por su parte, está ávida de algo con lo que identificarse, al punto de fundirse con ello.
Está presta a emocionarse intensa y profundamente con esa belleza que resuma verdad, que el Sol y Palas conjuntos en Libra representan, con esa armonía con la que la inteligencia divina se expresa a través de cada creación.
Pero, sobre todo, está buscando nutrir y nutrirse con la magia, el misterio y la belleza sutil que subyace en cada auténtica expresión del Ser a través de cada alma con la que conecta, procurando sanar la herida del nacimiento que nos sumerge en la ilusión de separación, esa herida fundamental que compartimos todos por el simple hecho de estar encarnados.
Esta unión planetaria representa, por otro lado, el riesgo de confundirnos respecto a nuestra identidad, de experimentar dudas existenciales, pero también la sana invitación a cuestionarnos quienes somos realmente, a hacer un trabajo de profunda autoindagación que nos conduzca a experimentar nuestra verdadera naturaleza, infinita, eterna y trascendente.
Demos pues el espacio para que ese reconocimiento tenga lugar, hagamos un lugar para la meditación y el recogimiento en el que el Ser pueda emerger tal cual es, más allá de cualquier máscara, trascendiendo cualquier apariencia. Permitámonos recordar quienes somos detrás del personaje, para que podamos seguir nuestro viaje a través de este, con más consciencia y verdad.
Es tiempo de reconocer nuestro origen divino e impulsarnos a nacer interiormente desde esa consciencia de plenitud.
Nathacha Oura
Astrología Consciente
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