La manzana en la cultura occidental, debido a la herencia del imaginario católico, estuvo, durante mucho tiempo, asociada al mal, aunque actualmente se cree que tal desafortunada asociación pudo deberse a un error de traducción pues la palabra en latín para mal y manzana es la misma, malun.
Lejos de cualquier asociación errónea o intencionada con el mal, la manzana está asociada, por el contrario al amor, la sabiduría, la salud, la fertilidad, la prosperidad y la belleza y, en definitiva, a la conexión con el Sagrado Femenino, pues esta posee un poderoso símbolo oculto en su interior, es el Sagrado símbolo de la Diosa, la estrella de cinco puntas, símbolo de Venus, que representa el trazo realizado en el cielo por este astro durante su ciclo sinódico, que es el ciclo entre dos elongaciones máximas de su órbita y que dura 584 días.
Después de esos 584 días Venus aparece en una posición a 72° de la elongación anterior. Dado que hay 5 períodos de 72° en una circunferencia, Venus regresa al mismo punto del cielo cada 8 años. Es así que realiza tan magnífico trazo, en su danza de sagrada geometría.
Este símbolo, representa, según su posición, a la Venus Urania o a la Venus Pandemos, el amor ideal, espiritualizado, o el amor terreno, sensual.
En este sentido, se conoce como Venus Urania a la doncella, la Venus vespertina o nocturna, también llamada, Héspero, que brilla en el cielo cuando el Sol se oculta mientras que la Venus Pandemos, Fósforo o Lucífera, viene a ser la Venus matutina, la que precede al Sol, la que anuncia al astro rey, el lucero de la mañana, la divina madre del Cristo, es decir, de la conciencia solar.
Podemos encontrarla en diferentes religiones, con diferentes nombres, pero es la misma energía, el mismo amor, la misma magia, la misma gracia, dulzura y belleza, con diferente rostro, en función de las particularidades fisionómicas y culturales de cada pueblo en el que nació la veneración a esa energía femenina, representada a nivel macrocósmico por el planeta Venus, todos vieron en este a la Sagrada Diosa.
En el Tarot tenemos una clara referencia a la Venus Urania en el Arcano 17, La Estrella, y a la Venus Pandemos en el Arcano 3, La Emperatriz.
También es posible, no obstante, establecer una relación entre este símbolo y el Dios o consorte de la Diosa, en este sentido, podemos encontrarlo en algunas versiones del Arcano 15, El Diablo (tal como sucede en el Tarot Rider Waite), cuya imagen nos remite al Semidiós Pan de los griegos, al mítico Fauno de los romanos, al Dios Cernunnos de los Celtas, todos estos representan, entre otras cosas, la energía fecundadora, la potencia sexual, el impulso reproductivo, la naturaleza salvaje, en definitiva, el Dios que fecunda a la Diosa.
En este arcano, dicho símbolo aparece invertido, representando la conexión con nuestra parte instintiva, animal, nuestras pasiones y pulsiones, así como el descenso al inframundo simbólico, a las profundidades del alma, donde nuestra sombra espera ser reconocida y aceptada para poder retornar a los mundos superiores como un Ser íntegro y sublimado.
El símbolo de la estrella de cinco puntas, o pentagrama, vinculado a Venus, nos conecta con el cielo y con la tierra y está asociado al cuerpo humano, con su cabeza y extremidades, a los cinco sentidos y los cinco elementos y ha sido usado desde la antigüedad para representar a la Diosa, al sagrado femenino, así como a su consorte, el Dios, el Sagrado Masculino. Un símbolo poderoso y frecuentemente utilizado por paganos y practicantes de magia, para quienes el culto a lo femenino tiene tanta importancia como el culto a lo masculino.
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